domingo, 27 de enero de 2008
!! Me gusta el chocolate¡¡
Se conocieron a traves de la red y quedaron para ver si existía la quimica, algo muy necesario si se quiere llegar a intimar más en este singular mundo de las relaciones humanas. El se llamaba Carlos, ella Sandra. A los dos les encantaba el chocolate y Carlos le propuso quedar en una chocolatería del centro para tener su primer encuentro. Era una cafetería de la casa Valor, ya saben, de la marca de ese prestigioso chocolate que a mas de uno nos vuelve locos. Llegaron los dos a la vez y después de un apasionado beso y unas miradas que denotaban un deseo contenido por el publico allí presente, se dirigieron hacia el mostrador para mirar la carta y pedir lo que a los dos les volvía locos, tarta de chocolate. Pidieron dos raciones de tarta de chocolate aderezadas con dos bolas de nata salpicadas con trazas de chocolate y una jarrita de chocolate caliente para acompañar.
Se sentaron en una mesa al lado de una de las enormes ventanas que daban a la calle . El sol de la tarde ya no hacía daño a los ojos pero eso no importaba. Se miraban fijamente mientras empezaban a degustar , con cierta lascivia, esa exquisited que solo podía compararse con el placer después del placer. Mmmmmmm¡¡ gemía ella, mmmmm¡¡ gemía él. Durante todo el proceso de seducción gastronómica, Carlos le propuso marchar luego a su casa y le manifestó su intención de culminar este día tan maravilloso con una suculenta idea, cubrirla toda entera con chocolate y después comersela desde las puntas de los piés hasta los lóbulos de las orejas.
Sandra cambió el gesto de su rostro y abriendo sus ojos con gran perplejidad, sonrió y le dijo que alcanzaría el climax del placer si le prometía llegar hasta el final. Carlos sonrió también y sus ojos lo dijeron todo. Terminaron, pagaron y se marcharon en el convertible de Carlos hacia su casa que estaba a las afueras. Nada mas llegar se pusieron los dos manos a la obra y derritieron 5 kilos de chocolate para untar. Cuando estaba preparado y listo, se desnudaron. Como la encimera era de grandes dimensiones y dispuesta en el centro de la ámplia cocina, Sandra se colocó encima de ella y seguidamente Carlos empezó a embadurnarla con una espátula. Con gran sutileza y suavidad se deleitó con cada centimetro de la piel de Sandra que mantenía sus ojos cerrados y un gesto de gran placer en su rostro. Realmente estaban disfrutando los dos.
Cuando llego a su cuello, Carlos se detuvo. Sandra abrió los ojos y le dijo que no podía mas, que hiciese el favor de empezar. Su nivel de excitación estaba en su punto mas álgido y Carlos lo sabía. Entonces él con su voz grave y bien modulada le dijo; cierra los ojos. Ella los cerró y en ese momento Carlos sacó un cuchillo de carnicero y le segó el cuello de un tajo. Los ojos de Sandra se abrieron, también se abrió su boca pero ya no decía nada.
Carlos apartó la cabeza de Sandra y la puso de manera que podía ver como Carlos deboraba su cuerpo de principio a fin mientras exclamaba; me gusta el chocolate........
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